El Estadio Corona volvió a vivir una noche amarga. Santos Laguna cayó 1-0 ante Tigres en la Jornada 7 del Torneo Apertura 2025, en un partido donde los Guerreros mostraron intensidad, pero nuevamente dejaron escapar puntos importantes en casa. El discurso de “se compitió bien” ya no alcanza, y la afición lo sabe: los resultados no llegan.
Un arranque con ilusión
Los primeros minutos fueron prometedores. Fran Villalba y Bruno Amione estuvieron muy cerca de abrir el marcador con disparos peligrosos que pasaron rozando la portería de Nahuel Guzmán. La grada se ilusionó, pero la falta de contundencia fue la primera señal de lo que se vendría: generar opciones sin concretarlas.
Acevedo al rescate
Al minuto 11, el árbitro Marco Antonio Ortiz señaló penal por una mano dentro del área de Javier Abella. El panorama pintaba complicado, pero ahí apareció el único ídolo. Carlos Acevedo, símbolo del equipo, se vistió de héroe al detenerle el disparo desde los once pasos al argentino Ángel Correa.
El Corona estalló. Era el momento de aprovechar el envión anímico y golpear a Tigres. Sin embargo, Santos no supo leer el partido. La historia cambió poco después.
El gol que mata
En el minuto 54, el propio Ángel Correa, quien había fallado el penal, se cobró revancha y marcó el gol que sentenció el encuentro. Una jugada rápida, mal defendida por la zaga albiverde, dejó al argentino con espacio para definir.
La frustración se sintió en las tribunas: otra vez Santos recibe un gol evitable y se queda sin capacidad de reacción.
Cambios sin respuesta
El técnico Francisco Rodríguez intentó mover sus piezas. Ingresaron Alberto Ocejo, Ramiro Sordo y más tarde Jordan Carrillo. Hacia el final, entraron Diego Medina y Ronaldo Prieto. Pero nada cambió: la ofensiva albiverde lució chata, sin sorpresa y con poca creatividad.
Cada modificación parecía más un intento desesperado que una estrategia clara. La sensación que queda es que Santos depende de chispazos individuales, no de un plan de juego sólido.
El problema de fondo
No se trata solo de una derrota por la mínima. Lo preocupante es que Santos arrastra un patrón de juego repetitivo: arranca con intensidad, genera peligro, pero se apaga y termina cediendo ante rivales más ordenados.
Defensivamente, el equipo sigue sufriendo desconcentraciones graves.
En medio campo, falta creatividad y un líder que organice.
En ataque, la efectividad es nula; se llega pero no se concreta.
La afición ya no compra el discurso del esfuerzo. Lo que quiere son puntos, y lo que está viendo es un Santos que se hunde en la mediocridad.
El rival sí pegó
Del otro lado, Tigres no brilló, pero fue efectivo. Con jugadores como Brunetta, Laínez y Correa, la visita manejó el partido con paciencia y aprovechó el error defensivo clave. Eso basta en una liga donde los detalles marcan la diferencia.
Mientras Santos se desgasta intentando, Tigres suma y sigue. Y esa es la diferencia entre un equipo acostumbrado a pelear títulos y otro que parece perdido en la media tabla.
Un receso con mucho que pensar
Con la Fecha FIFA en puerta, Santos tendrá dos semanas para reflexionar. El descanso llega en un momento crítico, pero de poco servirá si no hay autocrítica real.
El equipo necesita más que entrenamientos: urge una revisión profunda de la estrategia, del planteamiento táctico y de la mentalidad del grupo. Porque si algo quedó claro en esta jornada es que Santos compite, pero no gana.
La afición exige más
El público en el Estadio Corona respondió, alentó y celebró la atajada de Acevedo, pero salió con el mismo sabor amargo de jornadas anteriores. La paciencia se agota y los reclamos empiezan a sentirse más fuerte.
El club no puede conformarse con “haber competido”. La exigencia es clara: volver a ser un equipo protagonista en la Liga MX. Y eso pasa por corregir errores que ya no son aislados, sino constantes.
