Hay una crisis silenciosa que amenaza el corazón de Durango y de todo México: el campo se está quedando sin jóvenes. Mientras las ciudades crecen, las comunidades rurales ven cómo su generación más joven empaca sus maletas en busca de oportunidades, dejando atrás tierras, tradiciones y un futuro incierto.
Para atacar este problema de raíz, el diputado Iván Soto Mendía ha presentado una iniciativa clave para reformar la Ley de Desarrollo Rural Sustentable del Estado. El objetivo es claro y ambicioso: fomentar el arraigo de los jóvenes en sus comunidades, creando un ecosistema de oportunidades que los motive a quedarse, crecer y prosperar en su propia tierra.
“Se trata de construir un modelo de desarrollo rural más justo y sostenible, en el que las y los jóvenes tengan garantizadas oportunidades reales”, afirmó el legislador del PRI.
La Realidad en Cifras
Para entender la urgencia de esta propuesta, solo hay que ver los datos. Y los números, presentados por el propio diputado Soto con base en el INEGI, son alarmantes.
En 2024, México tiene 31 millones de jóvenes de entre 15 y 29 años, una cuarta parte de la población. Sin embargo, de ese enorme bono demográfico, solo un diminuto 5.5 por ciento trabaja en el sector primario (agricultura, ganadería, pesca).
Pero el dato más revelador es este: la edad promedio de los productores del campo es de casi 50 años. Esto no es solo una estadística; es el retrato de un campo que envejece sin un relevo generacional a la vista.
¿Qué Significa Esto?
Abandono de Tierras: Campos fértiles que dejan de producir porque no hay quien los trabaje.
Envejecimiento Poblacional: Comunidades que se van quedando habitadas solo por personas mayores.
Migración Constante: Un flujo imparable de jóvenes hacia las ciudades o incluso al extranjero.
Iván Soto lo puso en perspectiva: “Si no generamos incentivos reales para que la juventud vea en el campo una oportunidad de vida, estaremos comprometiendo la seguridad alimentaria y la sustentabilidad productiva en el futuro”.
¿Por Qué se Van los Jóvenes?
La migración de la juventud rural no es un capricho. Es la consecuencia de un modelo que, durante décadas, ha ignorado sus aspiraciones y necesidades. Los jóvenes se van porque buscan:
Educación de Calidad: Acceso a preparatorias y universidades sin tener que abandonar su hogar.
Empleo Digno: Trabajos bien remunerados que vayan más allá de la jornalada tradicional.
Emprendimiento: Facilidades para iniciar sus propios negocios, con acceso a crédito y tecnología.
Conectividad y Ocio: Acceso a internet, cultura y espacios de recreación.
La percepción de que el campo es sinónimo de atraso y falta de oportunidades es el principal motor de esta fuga de talento. La iniciativa busca romper ese paradigma.
La Propuesta: Un Campo 4.0
La reforma a la Ley de Desarrollo Rural Sustentable no es una simple declaración de buenas intenciones. Busca crear un andamiaje legal para que el Gobierno del Estado implemente programas y acciones concretas enfocadas en la juventud rural.
Ejes de Acción
Educación y Formación Técnica: Impulsar bachilleratos técnicos agropecuarios, carreras universitarias enfocadas en agrotecnología, veterinaria y desarrollo sostenible, así como becas para jóvenes de comunidades rurales.
Empleabilidad y Mejora de Ingresos: Crear programas de primer empleo en el sector, incentivos para empresas que contraten a jóvenes y proyectos que agreguen valor a la producción local (por ejemplo, procesar frutas para hacer mermeladas, o quesos de alta calidad).
Emprendimiento Rural: Fomentar la creación de startups agrotecnológicas (AgroTech), proyectos de turismo rural, cooperativas de jóvenes productores y acceso a microcréditos para que inicien sus propios negocios.
Capacidad Productiva: Facilitar el acceso de los jóvenes a la tierra, a maquinaria moderna y a tecnología de punta como drones para el monitoreo de cultivos, sistemas de riego inteligentes y apps para la gestión de ranchos.
El objetivo final es transformar el campo en un espacio de innovación, competitividad y desarrollo integral.