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El Bebeleche transforma la vida de jóvenes duranguenses

El Museo Bebeleche impacta positivamente la vida de jóvenes duranguenses con apoyo de Esteban Villegas y Marisol Rosso.

En Durango, el Museo Bebeleche ha dejado de ser solo un espacio de juegos y aprendizaje para convertirse en una auténtica escuela de vida para decenas de adolescentes. Gracias al impulso del gobernador Esteban Villegas y su esposa Marisol Rosso, presidenta del DIF Estatal, esta iniciativa ha crecido como un poderoso programa de desarrollo personal, vocacional y emocional para la juventud duranguense.

Más allá del servicio social, el Bebeleche ha sido para muchos un espacio donde encontraron su vocación, sanaron heridas emocionales y aprendieron habilidades que marcarán su camino para siempre.

Un proyecto con impacto real

Lo que comenzó como una opción para cumplir con el servicio social, se convirtió en una experiencia transformadora para adolescentes que enfrentaban dudas vocacionales, aislamiento postpandemia y falta de motivación. El museo, bajo la dirección de Alfredo Andrade Gallegos, ha ofrecido acompañamiento, guía y experiencias prácticas que les permitieron descubrirse a sí mismos.

Esteban Villegas y Marisol Rosso han sido piezas clave para que este programa se mantenga vivo, con visión humana y con un profundo compromiso hacia el bienestar integral de la juventud.

Vocación, liderazgo y autoestima

Uno de los testimonios más emotivos es el de Abigail Ramos, quien tras visitar el museo con su escuela, se integró como guía educativa. “Antes no sabía bien qué quería estudiar; ahora quiero ser abogada”, contó con orgullo. Su paso por el Bebeleche no solo le brindó apoyo económico con una beca, también le mostró su capacidad para trabajar en equipo y conectar con niños.

“Aprendí a sembrar una semilla en cada niño. Me di cuenta de que tengo habilidades para liderar, y eso me llena de vida”, compartió Abigail. Su historia refleja el espíritu de este programa: no solo formar guías, sino líderes con propósito.

El poder de la transformación emocional

Para jóvenes como Diego Iván Rosales, estudiante del CBTIS 130, el museo fue mucho más que una experiencia académica. Fue una tabla de salvación emocional. “Me levantaba sin ganas… y esto me ayudó”, confiesa. Su paso por el Bebeleche lo ayudó a salir de un episodio depresivo, reconectarse con sus emociones, hacer amigos y recuperar su alegría.

Recordó con especial cariño el Día del Niño, cuando atendieron a más de mil personas. “Fue agotador, pero también inolvidable”, dice con una sonrisa. Estas vivencias no solo le devolvieron el ánimo, también le permitieron descubrir su paciencia, empatía y capacidad para interactuar con los demás.

Las familias también lo notan

El impacto del museo se refleja no solo en los jóvenes, sino en sus hogares. Miriam Ferrales, madre de Luisa Georgina, recuerda cómo su hija se volvió retraída tras la pandemia. “No salía del cuarto, era tímida, callada… y el Bebeleche la transformó”, relata. Hoy su hija participa en eventos, tiene amigos y se comunica con confianza.

Yazmín Caldera, mamá de Valeria, también presenció un cambio en su hija. “Pasó de ser seria a creativa, empática. En el museo se atrevió a bailar, a hablar en público. Ya no quiere ser nutrióloga, quiere ser maestra”, expresó. Para ella, el Bebeleche no solo le dio a su hija una dirección vocacional, sino que fortaleció su autoestima y la impulsó a soñar más allá de sus límites.

Una escuela para la vida

Luis Pineda, padre de dos jóvenes que participaron como guías, lo describe así: “Este museo es más que juegos, es una escuela de vida”. Sus hijos aprendieron a hablar con claridad, a desenvolverse con adultos y niños, a ser empáticos y seguros de sí mismos. Una de sus hijas incluso llegó a ser coordinadora de guías, demostrando el nivel de desarrollo personal que se puede alcanzar dentro del programa.

Por su parte, Ana Robles, madre de Diego Iván, vivió un proceso de esperanza y sanación junto a su hijo. “Mi hijo venía triste tras la pandemia, y en el Bebeleche volvió a florecer. Hizo amigos, recuperó la confianza. Como mamá, no hay mayor alegría que ver a tu hijo sonreír de nuevo”, afirmó conmovida.

Más que formación, una inversión en el futuro

El Museo Bebeleche, bajo esta visión renovada, ha demostrado que invertir en la juventud no solo es una obligación, es una oportunidad para cambiar vidas. Al cierre del programa, Eleazar Ramos lo expresó con claridad: “Aquí no solo aprenden a hablar o a explicar una sala. Aprenden a ser humanos, a soñar, a confiar. Y eso, no se olvida nunca”.

Los padres coinciden en que el programa del museo representa una inversión emocional, educativa y social. Es un semillero de líderes, de ciudadanos conscientes, empáticos y capaces de aportar a la sociedad.

Liderazgo y compromiso desde el Gobierno Estatal

El papel del gobernador Esteban Villegas y de su esposa Marisol Rosso ha sido fundamental para que este tipo de programas sigan creciendo. Su visión de un gobierno cercano, humano y centrado en la juventud se ve reflejada en cada historia, en cada sonrisa recuperada y en cada sueño despertado dentro del museo.

El respaldo que han dado al Museo Bebeleche como espacio de desarrollo vocacional, emocional y personal demuestra que cuando el gobierno invierte con propósito, los resultados son palpables y duraderos.

Un modelo a replicar

Lo que está ocurriendo en el Bebeleche puede servir como modelo para otros espacios culturales y educativos. No se trata solo de ofrecer actividades, sino de crear entornos seguros y transformadores, donde los jóvenes puedan expresarse, equivocarse, aprender, sanar y crecer.

Este enfoque integral, que combina arte, ciencia, convivencia y desarrollo humano, podría marcar la pauta para nuevos programas dirigidos a la juventud en todo el estado y el país.

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