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Adiós al maestro del atletismo duranguense

Francisco Sifuentes deja un legado eterno en el atletismo duranguense. Homenaje póstumo en la pista donde hizo historia.

Francisco Javier Sifuentes Ramírez, un nombre que ya es sinónimo de grandeza, entrega y pasión por el atletismo en Durango, ha corrido su última vuelta. Este jueves, la comunidad deportiva despidió con profundo respeto al profesor que no solo formó atletas, sino inspiró vidas enteras. Tenía 68 años y dejó esta vida el pasado 3 de junio en Guadalajara, Jalisco, dejando un legado tan grande como su amor por la pista.

Desde niño, con alma de corredor

Nacido en 1957 en la capital duranguense, Francisco Javier fue un atleta desde el alma. A los 11 años, cuando muchos apenas descubren sus hobbies, él ya recorría la pista de la primaria Lorenzo Rojas con la energía de quien había nacido para correr. Así empezó una historia que jamás se detuvo.

Durante su etapa como estudiante del CECYT 281, se convirtió en tricampeón nacional en las pruebas de 800 y 1500 metros planos en los Juegos DGETI, una hazaña que cimentó su nombre en el atletismo juvenil mexicano.

Orgullo del deporte popular

No todo fue pista escolar. También representó al sector popular de Durango en los Juegos Nacionales de la Revolución, donde nuevamente se colgó dos oros en 1500 metros planos. Su presencia era sinónimo de victoria, pero también de humildad, esfuerzo y pasión.

Campeón del magisterio

Como maestro de educación física, no solo enseñaba a correr: enseñaba a vivir con disciplina. Durante años, participó en competencias nacionales del magisterio, sobresaliendo en los exigentes 5000 metros. Siempre con la camiseta de Durango bien puesta, siempre corriendo por algo más grande que una medalla.

Ni la jubilación lo detuvo

En 2010 llegó su jubilación profesional, pero nunca deportiva. Lejos de retirarse, Francisco Javier Sifuentes Ramírez se reinventó como un competidor máster. Ganó durante ocho años consecutivos el campeonato nacional del ISSSTE, en pruebas de medio fondo para jubilados. En cada zancada, seguía desafiando al tiempo.

Gloria internacional en categoría máster

Ya en la categoría M60, fue campeón nacional en pruebas de 800, 1500 y 5000 metros, llevando su bandera más allá del país. En 2018, en San José, Costa Rica, alcanzó la gloria continental al colgarse tres medallas de oro en los Juegos Centroamericanos Máster.

Y por si fuera poco, en 2019 cruzó fronteras para representar a México en el NORCECA de Toronto, Canadá, donde logró el subcampeonato continental. Sí, incluso fuera de casa, seguía dando pasos firmes hacia la inmortalidad atlética.

En el Salón de la Fama, por siempre

Toda esta brillante carrera fue reconocida de manera oficial cuando su nombre fue inscrito en el Salón de la Fama del Deporte Duranguense. Un lugar donde solo caben los más grandes. Donde el esfuerzo, la trayectoria y el ejemplo pesan más que los trofeos.

Francisco Sifuentes no solo ganó carreras. Ganó el respeto de generaciones. De atletas, entrenadores, alumnos y colegas que vieron en él una brújula moral y deportiva.

Un último homenaje en la pista

Este jueves, en la pista del Instituto Estatal del Deporte (IED) —la misma que lo vio competir, entrenar, enseñar y soñar— se realizó un homenaje póstumo en cuerpo presente. Fue un momento cargado de emoción, respeto y memoria viva.

Familiares, amigos, exalumnos, atletas activos y autoridades deportivas lo despidieron como se debe: con los tenis puestos y el corazón en alto.

El director del IED, César Omar Cárdenas Reyes, pronunció un emotivo mensaje en el que destacó al profesor como un “ser humano íntegro, generoso y comprometido”, tanto en lo deportivo como en lo personal.

La vuelta más simbólica

Pero si hubo un instante que quedará grabado en la historia, fue cuando su féretro recorrió, entre aplausos, los últimos 400 metros de su vida. Una vuelta más. Un cierre simbólico para quien nunca dejó de correr. Y aunque el cuerpo ya no está, su legado sigue tomando impulso.

Un legado que vive en cada pista

Francisco Javier Sifuentes Ramírez no se ha ido del todo. Vive en cada pista, en cada entreno, en cada zancada de los atletas que él formó o inspiró. Su historia está escrita con sudor, con coraje y con una voluntad de acero.

Su vida fue una carrera de fondo. De esas que no se ganan en los primeros metros, sino con constancia y amor por el deporte. Y la cruzó con la frente en alto.

Durango pierde a un grande, pero gana una leyenda

El atletismo de Durango está de luto, sí, pero también de pie. Porque su ejemplo se queda. Porque su nombre seguirá siendo referente de quienes entienden que el deporte es una forma de vivir con propósito.

Hoy decimos adiós al campeón, pero abrazamos al legado. Gracias, maestro Sifuentes, por cada vuelta, cada consejo, cada logro, cada aplauso. Enseñaste que la verdadera meta no está al final de la pista, sino en el impacto que dejas en los demás.

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